jueves, 30 de abril de 2009

13.1

Son las seis de la mañana cuando me despierta la alarma del móvil. Miro alrededor y me encuentro en un sitio extraño pero raramente cómodo. Le doy el primer abrazo del día a Hope - ese abrazo calentito de todas las mañanas que me hace querer quedarme en la cama- pero no hoy. Hoy no puedo permitirme ese lujo.

Cletus camina impacientemente de un lado de la cama al otro tratando de encontrar nuestra atención y como siempre, lo consigue. Mientras Hopee con cierta torpeza se levanta de la cama, al otro lado estiro el brazo para darle el saludo matinal a Cletus. Le susurro: "Good morning", le rasco detras de las orejitas y por unos segundos, se queda medio hipnotizado por el breve masaje que ya tengo perfeccionado. Hope desaparece del cuarto y ya está preparándose para nuestra intensa mañana.

Por fin me levanto y cletus ahora me mira y con las patas hacia delante y el culo hacia el techo, se estira como si se estuviera preparandose para una media maratón - Precisamente, este es el evento que nos espera a mi y a Hopee dentro de una hora y media. - Mientras busco mi ropa, cletus se alborota y da varias vueltas desde el dormitorio hasta la cocina. Finalmente, Hope le abre la puerta para que salga al patio trasero y haga sus necesidades.

Es dificil no hacer ruido cuando los suelos están hechos de madera - y más si la madera es vieja y ha pasado por largos y calurosos veranos de Carolina del Norte seguidos por los fríos inviernos. Cada paso resuena en todas partes de la casa y no queremos despertar a nuestros anfitriones ni a su hija recién nacida. La caferera de Jeff, aunque muy ruidosa al molir el café, me ha proporcionado con mi primer impulso de energía esta mañana y ya comienzo a sentir los nervios de los momentos antes de una carrera.

Un despertar glorioso, una mañana radiante, una familia incomparable, un café estupendo, ... - en fín- otro día por el que dar las gracias. Me siento bastante bien esta mañana y aunque puedo sentir la presión del fin del semestre y el trabajo que me queda por hacer en una sola semana, este ambiente de competición y de gente sana me ayuda a levantar mi espíritu.

Somos unos de los primeros de los 300 corredores registrados que llegan al parque y decidimos recoger nuestro número de competición y el "chip" que captará nuestro tiempo oficial. De repente, me doy cuenta de que todo ha cambiado. Mientras pongo mi número en la camisa y hago unos estiramientos, observo como poco a poco, los aparcamientos se van llenando. Aquel parque desolado se ha convertido en una reunión y esto casi parece una fiesta.

En la carretera, los corredores "élite" ya estan calentando y llevan esa expresión vacía en su cara como si estuvieran guardando no solo su energía para la carrera, sino también sus emociones. Las emociones pueden llevarte muy lejos en esta clase de reto físico. En los aparcamientos, observo los saludos, abrazos, y bienvenidas de gente que se han reunído aquí y parecen no haberse visto desde algún tiempo - ¡Qué bonito!-. Un padre y su hijo adolescente se preparan para lo que tal vez es su primera carrera y estoy más que seguro de que esta es su primera carrera que completan juntos. O.K. ¡Bastante observar! quedan veinte minutos y mejor que calentemos.

Media maraton (20,5 kms. / 13.1 millas), la linea de salida, el cronómetro oficial, el suelo, y yo. Aquí se para el tiempo y los pensamientos fluyen intensamente sin ningún sentido. Si pudiera correr tan rápido como estoy pensando en este momento tan intenso, sería campeón olímpico. Pero no lo soy. Ninguno de los participantes alrededor lo son. Esto es tan solo un reto personal; no hay compañeros de equipos ni ezfuerzos colectivos. Esto es un momento egoísta, para mi, por mi. El sufrimiento es mío y lo llevo al nivel que yo quiera y nadie me pregunta porqué. Si tratara de explicar el porqué, nadie lo entendería: Orgullo, logro, salud etc... Todo esto forma parte del porqué, pero nada de esto lo completa. Mi mejor respuesta es: "Por mi".