viernes, 9 de abril de 2010

Un breve recuerdo

El tiempo ausente se acumula y las raices van desintegrandose desde la más profunda hasta la superficie del suelo de lava. Mi lengua se hace ajena y mis pensamientos ya no nos paralelos a los de mi gente.

No hay pausa en el reloj de la vida y las experiencias que hubieran sido siguen sin ser. Un periodo tan grande; un periodo tan importante; un periodo que sigue creciendo mientras que el alma va desapareciendo. Y... puede que sea joven pero mi juventud es solo relativa porque le he quitado más de mitad de vida; por eso soy anciano; porque dejé todo de niño y crecí desproporcionadamente y demasiado deprisa de manera que perdí la identidad.

Cuando regreso recuerdo como era todo porque ya no es igual: Las sillas en casa de mi abuela solían ser gigantes. Ahora las mismas sillas parecen diminutas porque he crecido y comido demasiados almuerzos y cenas en sillas extrañas. Las escaleras del patio ahora las subo de dos en dos pasos y llego a la zotea mucho más rápido, pero cuando llego descubro que un edificio ahora cubre la vista del mar que un día tuve. En la ventana del frente que un día aceché constantemente esperando a que se asomara mi mejor amiga, ahora se asoma un enojado perro.

Encuentro consuelo en el olor de la ropa húmeda que mi abuela colgó hace unas horas. Este aroma es una de las pocas cosas que todavía no ha cambiado. Oigo a mi abuela cantándole al loro. Este responde y entre los dos mantienen una extraña conversación llena de carcajadas, silvidos, chillidos, y como no... canciones.

- ¡Joseeeeee! Ricky, ¿Dónde está Jose? ¡Joseeeeee!. Los dos gritan mi nombre y solo puedo sonreir. Aunque puedo responderles, les dejo que llamen y llamen. Yo no respondo. No hace falta porque se que ellos me llaman aún cuando no estoy aquí. Reconozco que no se han olvidado de mi como a veces he hecho yo de ellos. Mis pensamientos son interrumpidos por el olor de las papas fritas que ahora se mezcla con el del detergente de la ropa húmeda que todavía aguanto en mi mano. Por ahora, prefiero quedarme aquí jugando entre las sábanas mientras me llaman.